Primer acto,
llega Hölderlin y escribe: “El hombre es un dios cuando sueña y un mendigo
cuando piensa.”
.
Segundo acto,
llega Alfred de Musset y dice: “Hay que hacer de este mundo un sueño sin
despertar”
.
Tercer acto:
Sarajevo. Treblinka. Rwanda. Roma ardiendo. Columbine. Kosovo. Siberia.
Camboya. El Ku Klux Klan.
.
Cuando me pongo
mal –y me pongo mal con una periodicidad casi hormonal– procuro echar
suficientes pestes sobre la Alemania romántica, que ha regado por el mundo la
convicción épica y campestre de que soñar es un acto indiscutiblemente bueno y
provechoso. No lo es. Soñar es necesario, es humano y es incluso
imprescindible. Pero no es bueno. Ni malo. Es como el agua: está ahí todo el
tiempo, a veces caliente y a veces fría. Dulce. Salada. A veces llueve sobre
los campos, crece el trigo, pastan las vacas. Es lindo. A veces se mueve un
poco, levanta una ola, llega a tierra y mata a 10,000 personas en cuatro
minutos. Eso no. Tanto una cosa como la otra, Schiller la habría vuelto soneto.
Así es soñar. Es
barro blando. A veces alguien sueña y funda Amnistía Internacional. Al lado
otro lo hace, y funda Al-Jazeera. Uno sueña, escribe la Divina. Otro sueña, escribe el Mein Kampf.
Me carga ser
categórico, pero hoy me lo puedo permitir un poco; me parece que la especie
humana está bien dividida en los dos bandos que apunta George Bernard Shaw: por
un lado, los que ven las cosas como son y se preguntan ¿por qué? Por el otro,
los que sueñan todas las cosas que no han sido y se preguntan ¿por qué no?.
Claro que el
primer bando no está constituido solamente por Magdalenas de la moralidad que
se prodigan interminables golpes de pecho. No. También están los científicos y
la ciencia, que bien vista constituye una de las formas más curiosidad e
intrincadas del soñar. Pero me volví
a topar con pared: el hombre aquel que patentó el Zyklon-B, o el Napalm, o la
silla eléctrica ¿no era un científico también?
Hace un tiempo,
entré a Google y teclee “I have a dream – speech” buscando el texto completo
del discurso del Reverendo Luther King, con el propósito de citarlo en un
artículo. Avancé unas páginas, rastreando varias opciones. Una de ellas me
condujo a una página extraña. Detallaba con documentos y transcripciones del
juicio a Charles Manson. En una de las declaraciones que dio en su celda,
Manson se mostró extrañamente lúcido y tranquilo. Pero se negó a responder preguntas.
En cuanto tuvo oportunidad de hablar, comenzó a pronunciar una larga y
memorizada disertación que comenzaba: “You know? I had a dream.”
.
.
.
...will be as one...
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